domingo, 14 de diciembre de 2008

Gijón 2020

Hace un par de años escribí un extenso documento de reflexión interna para amigos y asociados sobre como me gustaría que fuera mi ciudad en el paso de una generación, esto es, unos 15 años. Fue un ejercicio voluntarioso, inocente si se quiere, pero sorprende como algunas de las ideas que entonces no eran más que sueños se van poniendo encima de la mesa del debate ciudadano.
Esto es lo que observo que está sucediendo estos días acerca del cierre de uno de los astilleros enclavado en el casco urbano, en el “waterfront” en palabras de Javier Fombella en un diario local. Y es que Gijón nunca acabará de hacerse si no que es una sociedad en permanente movimiento, cambio y transformación.
En aquellos viejos papeles, que ya casi tenía olvidados en los pliegues de la memoria, hacía una reflexión acerca de la reordenación clave y estratégica de la fachada costera oeste, incluida la lámina de agua, como antes se hiciera en Poniente y el puerto deportivo antes pesquero e industrial.
Para los que somos conscientes de la importancia de nuestro pasado industrial no es una buena noticia el cierre de un astillero, pero dado que nos ha tocado vivir en la transición a otro tipo de sociedad y economía más basada en la creatividad, el conocimiento, las nuevas tecnologías y los servicios de alto valor añadido tampoco vamos a rasgarnos las vestiduras por ello.
Efectivamente voy a coincidir con mi amigo y compañero Héctor Roces que mejor era que no se cerrara y mantuviera su actividad productiva, e incluso que en el proceso de ampliación de El Musel se contemplase la posibilidad de fusionar la actividad naval actual en una única empresa competitiva con viabilidad y futuro, pero si en este caso no pudo ser, no pudo ser.
Ahora lo que se abre es un periodo de debate y de reflexión pública sobre qué hacer en esos terrenos bajo las premisas municipales, que me parecen absolutamente acertadas, de no recalificar los solares para uso residencial, y por tanto, para generar unas plusvalías de corto plazo, si no más bien todo lo contrario tenemos que impulsar entre todos la regeneración de una zona muy degradada por los usos actuales tratando de proyectar hacia el futuro nuevas actividades económicas y empresariales dentro de los tiempos que corren.
No se va a hacer mañana ni pasado, pero a la vuelta de la esquina, en cuanto el ciclo económico vuelva al alza tenemos que ver venir la nueva ola postindustrial para subirnos con fuerza a ella, y en eso tendrá mucho que ver la capacidad público y privada para optimizar espacios como el de naval Gijón, mina La Camocha o la antigua Pecuaria de Somió, todos ellos símbolo de un pasado que fue, y que ahora debe mudar de piel al calor de los nuevos tiempos. Ejemplos hay de ello.

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