domingo, 8 de marzo de 2009

1, 2, 3, 14...

Unos ganan, otros pierden

No pudo ser en Galicia, mejor en Euskadi. Algo ha hecho mal el bipartito galego en estos cuatro años, desafortunada la campaña tal vez, pero inapelable el resultado con una extraordinaria participación, especialmente en las grandes ciudades. Las conclusiones son para todos los gustos. Los conservadores vuelven por donde se fueron en una tierra que históricamente les fue propicia. Es una pena haber dilapidado en cuatro años la confianza de los ciudadanos tras un desastre como el presige que dio la medida de los dirigentes de la vieja derecha. Las fuerzas progresistas, socialistas y nacionalegas, no han sido capaces de consolidarse en este tiempo como gran alternativa a un PP en horas bajas que ha conservado los feudos rurales y crecido en las urbes. Aviso a navegantes.

Mientras en Euskadi se ha abierto el cambio y la esperanza tras 30 años de gobiernos peneuvistas. Ya decíamos que veíamos a Patxi muy fuerte, INMENSO, y ha logrado un resultado extraordinario, avance en votos y en diputados, y lo más importante capaz de ser Lehendakari de todos y todas los vascos de bien por la paz y la convivencia en su tierra. Esperemos que lo consiga. Desde aquí mucho ánimo. Estamos contigo.

En cualquier caso los resultados del 1 de marzo nos dan vértigo en un mundo de turbulencias y desasosiego. Es el sino de los tiempos. En cualquier caso seguimos adelante.

lunes, 23 de febrero de 2009

Todo el mundo necesita alguien para amar

El progreso avanza en Galicia, el cambio es posible en Euskadi

Casi a mitad de camino entre unos y otros en este pedazo del Cantábrico, sigo con atención las campañas electorales de nuestros vecinos norteños. En un caso, esperando que las fuerzas progresistas galegas profundicen en el cambio que le están imprimiendo a su tierra desde que jubilaran al viejo Fraga que resistió mil batallas desde aquel esperpéntico Ministerio de Información y Turismo en época del destape hasta su peripatético final en el Senado, casi senil, que me recuerda otro gallego faltón y babayu como se le recuerda por estos lares.
En el otro caso, esperanzado para que la compleja sociedad vasca sea capaz de pasar página y apueste por la paz, el cambio y lo convivencia en unas tierras azotadas por la violencia y la falta de libertades que una minoría intenta imponer desde hace cuarenta años a base de pistolas, bombas y amenazas, y no sé si a veces con la connivencia, o al menos cierta comprensión, por un mundo nacionalista del que no dudo de su compromiso democrático pero que en los últimos tiempos parece haber perdido el rumbo.
Galicia necesita seguir progresando, acercándose a los avances económicos, políticos y sociales del resto de España y de Europa, modernizándose y olvidando viejos comportamientos caciquiles de algunas boinas que nuevas fuerzas políticas de izquierda nacionalista no deben tener la tentación de reproducir. Cuándo la izquierda fue nacionalista, cómo avanza mejor Galicia, quién puede liderar el cambio y la transformación de esa singular tierra, universal dónde las haya aunque sólo fuera porque hay un galego hasta en la luna!
Y si un territorio necesita un cambio, si unas instituciones necesitan aire fresco, si unas gentes que han sufrido como nadie en carne propia las heridas y los zarpazos de sus propios hermanos tienen la oportunidad de pasar página y volver a escribir con mayúsculas la historia de España, esa es Euskadi. Ahora, pueden si ellos quieren. Aún siendo muy joven tengo fresca la memoria para recordar en estas líneas a Ramón Rubial que pasó tantos años en la cárcel por defender sus ideas. También a Nicolás Redondo que defendió como nadie los derechos de los trabajadores enfrentándose democráticamente a sus propios compañeros. A Lalo López Albizu al que tanto le deben los socialistas vascos y españoles. A Txiki Benegas que lideró las Juventudes y fue uno de los grandes referentes de los socialistas vascos que incluso ganó las elecciones autonómicas de 1986. A Ramón Jaúregui, una de las mejores cabezas pensantes del PSOE federal. A Eduardo Madina, compañero en las Juventudes y estandarte de la lucha pacífica y democrática por la paz y la libertad. Y a tantos y tantos otros que hoy por desgracia no se encuentran entre nosotros porque la barbarie terrorista lo ha impedido.
Entre todos estos vascos, tengo un recuerdo muy especial para Patxi López porque me transmite seguridad, confianza, cercanía, ilusión, juventud. Lo he visto en muchas ocasiones en actos públicos, hace poco aquí en Gijón y también en Mieres, y he visto en él un halo de esperanza, de fe en el cambio, de nuevas ideas, de amor por su tierra sin tormentos por ser también español. Me parece un socialista de los pies a la cabeza que concentra como pocos las virtudes de los ilustres compañeros antes citados, y que está vez, sí puede si sus conciudadanos quieren.
Ánimo a los dos, Touriño y Patxi, muchos ciudadanos tenemos en vosotros depositadas las esperanzas, será el viento del Norte.

viernes, 30 de enero de 2009

Tengo un sueño

Superaremos los desafíos para crear una nueva era

Discurso de Obama en su toma de posesión:
Compatriotas:
Me encuentro hoy aquí con humildad ante la tarea que enfrentamos, agradecido por la confianza que me ha sido otorgada, consciente de los sacrificios de nuestros antepasados. Agradezco al presidente Bush su servicio a nuestra nación, así como la generosidad y cooperación que ha demostrado a lo largo de esta transición.

Ya son cuarenta y cuatro los norteamericanos que han hecho el juramento presidencial. Estas palabras han sido pronunciadas durante mareas de prosperidad y aguas tranquilas de la paz. Y, sin embargo, a veces el juramento se hace en medio de nubarrones y furiosas tormentas. En estos momentos, Estados Unidos se ha mantenido no sólo por la pericia o visión de los altos cargos, sino porque nosotros, el pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de nuestros antecesores y a nuestros documentos fundacionales.

Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de norteamericanos.

Que estamos en medio de una crisis es algo muy asumido. Nuestra nación está en guerra frente a una red de gran alcance de violencia y odio. Nuestra economía está gravemente debilitada, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por el fracaso colectivo a la hora de elegir opciones difíciles y de preparar a la nación para una nueva era.
Se han perdido casas y empleos y se han cerrado empresas. Nuestro sistema de salud es caro; nuestras escuelas han fallado a demasiados; y cada día aporta nuevas pruebas de que la manera en que utilizamos la energía refuerzan a nuestros adversarios y amenazan a nuestro planeta.

Estos son los indicadores de una crisis, según los datos y las estadísticas. Menos tangible pero no menos profunda es la pérdida de confianza en nuestro país - un temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y de que la próxima generación debe reducir sus expectativas.

Hoy os digo que los desafíos a los que nos enfrentamos son reales. Son graves y son muchos. No los enfrentaremos fácilmente o en un corto periodo de tiempo. Pero Estados Unidos debe saber que les haremos frente.

Hoy nos reunimos porque hemos elegido la esperanza sobre el temor, la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia. Hoy hemos venido a proclamar el fin de las quejas mezquinas y las falsas promesas, de las recriminaciones y los dogmas caducos que durante demasiado tiempo han estrangulado a nuestra política.

Seguimos siendo una nación joven, pero, según las palabras de las Escrituras, ha llegado el momento de dejar de lado los infantilismos. Ha llegado el momento de reafirmar nuestro espíritu de firmeza: de elegir nuestra mejor historia; de llevar hacia adelante ese valioso don, esa noble idea que ha pasado de generación en generación: la promesa divina de que todos son iguales, todos son libres y todos merecen la oportunidad de alcanzar la felicidad plena.

Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, somos conscientes de que la grandeza nunca es un regalo. Debe ganarse. Nuestro camino nunca ha sido de atajos o de conformarse con menos. No ha sido un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al trabajo o buscan sólo los placeres de la riqueza y la fama. Más bien, han sido los que han asumido riesgos, los que actúan, los que hacen cosas -algunos de ellos reconocidos, pero más a menudo hombres y mujeres desconocidos en su labor, los que nos han llevado hacia adelante por el largo, escarpado camino hacia la prosperidad y la libertad.

Por nosotros se llevaron sus pocas posesiones materiales y viajaron a través de los océanos en busca de una nueva vida.

Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y se establecieron en el oeste; soportaron el látigo y araron la dura tierra.

Por nosotros lucharon y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn.

Una y otra vez estos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta tener llagas en las manos para que pudiéramos tener una vida mejor. Veían a Estados Unidos más grande que la suma de nuestras ambiciones individuales, más grande que todas las diferencias de origen, riqueza o facción.

Este es el viaje que continuamos hoy. Seguimos siendo la nación más próspera y poderosa de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando empezó esta crisis. Nuestras mentes no son menos inventivas, nuestros bienes y servicios no son menos necesarios que la semana pasada, el mes pasado o el año pasado. Nuestra capacidad no ha disminuido. Pero el tiempo del inmovilismo, de la protección de intereses limitados y de aplazar las decisiones desagradables, ese tiempo seguramente ha pasado. A partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y volver a empezar la tarea de rehacer Estados Unidos.

Porque allí donde miremos, hay trabajo que hacer. El estado de la economía requiere una acción audaz y rápida y actuaremos no sólo para crear nuevos empleos sino para levantar nuevos cimientos para el crecimiento. Construiremos carreteras y puentes, las redes eléctricas y las líneas digitales que alimentan nuestro comercio y nos mantienen unidos. Pondremos a la ciencia en el lugar donde se merece y aprovecharemos las maravillas de la tecnología para aumentar la calidad de la sanidad y reducir su coste. Utilizaremos el sol, el viento y la tierra para alimentar a nuestros automóviles y hacer funcionar nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y universidades para hacer frente a las necesidades de una nueva era.
Todo esto podemos hacerlo. Y todo esto lo haremos.

Algunos cuestionan la amplitud de nuestras ambiciones y sugieren que nuestro sistema no puede tolerar demasiados grandes planes. Sus memorias son cortas. Porque han olvidado lo que este país ya ha hecho; lo que hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une al interés común y la necesidad a la valentía.

Lo que no entienden los cínicos es que el terreno que pisan ha cambiado y que los argumentos políticos estériles que nos han consumido durante demasiado tiempo ya no sirven.

La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno es demasiado grande o pequeño, sino si funciona -ya sea para ayudar a las familias a encontrar trabajos con un sueldo decente, cuidados que pueden pagar y una jubilación digna. Allí donde la respuesta es sí, seguiremos avanzando y allí donde la respuesta es no, pondremos fin a los programas. Y a los que manejamos el dinero público se nos pedirán cuentas para gastar con sabiduría, cambiar los malos hábitos y hacer nuestro trabajo a la luz del día, porque sólo entonces podremos restablecer la confianza vital entre un pueblo y su gobierno.

La cuestión para nosotros tampoco es si el mercado es una fuerza del bien o del mal. Su poder para generar riqueza y expandir la libertad no tiene rival, pero esta crisis nos ha recordado a todos que sin vigilancia, el mercado puede descontrolarse y que una nación no puede prosperar durante mucho tiempo si favorece sólo a los ricos. El éxito de nuestra economía siempre ha dependido no sólo del tamaño de nuestro Producto Nacional Bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad, de nuestra habilidad de ofrecer oportunidades a todos los que lo deseen, no por caridad sino porque es la vía más segura hacia el bien común.

En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falsa la elección entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros padres fundadores, enfrentados a peligros que apenas podemos imaginar, redactaron una carta para garantizar el imperio de la ley y los derechos humanos, una carta que se ha expandido con la sangre de generaciones. Esos ideales aún alumbran el mundo y no renunciaremos a ellos por conveniencia. Y a los otros pueblos y gobiernos que nos observan hoy, desde las grandes capitales al pequeño pueblo donde nació mi padre: sabed que América es la amiga de cada nación y cada hombre, mujer y niño que persigue un futuro de paz y dignidad y de que estamos listos a asumir el liderazgo una vez más.

Recordad que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y al comunismo no sólo con misiles y tanques, sino con sólidas alianzas y firmes convicciones. Comprendieron que nuestro poder solo no puede protegernos ni nos da derecho a hacer lo que nos place. Sabían por contra que nuestro poder crece a través de su uso prudente, de que la seguridad emana de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y las cualidades de la templanza, la humildad y la contención.

Somos los guardianes de este patrimonio. Guiados de nuevo por estos principios, podemos hacer frente a esas nuevas amenazas que exigen aún mayor esfuerzo - incluso mayor cooperación y entendimiento entre las naciones. Comenzaremos a dejar Irak, de manera responsable, a su pueblo, y forjar una paz ganada con dificultad en Afganistán.
Con viejos amigos y antiguos contrincantes, trabajaremos sin descanso para reducir la amenaza nuclear y hacer retroceder el fantasma de un planeta que se calienta. No vamos a pedir perdón por nuestro estilo de vida, ni vamos a vacilar en su defensa, y para aquellos que pretenden lograr su fines mediante el fomento del terror y de las matanzas de inocentes, les decimos desde ahora que nuestro espíritu es más fuerte y no se lo puede romper; no podéis perdurar más que nosotros, y os venceremos.
Porque sabemos que nuestra herencia multiétnica es una fortaleza, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos y e hindúes - y de no creyentes. Estamos formados por todas las lenguas y culturas, procedentes de cada rincón de esta Tierra; debido a que hemos probado el mal trago de la guerra civil y la segregación, y resurgido más fuertes y más unidos de ese negro capítulo, no podemos evitar creer que los viejos odios se desvanecerán algún día, que las lineas divisorias entre tribus pronto se disolverán; que mientras el mundo se empequeñece, nuestra humanidad común se revelará; y América tiene que desempeñar su papel en el alumbramiento de una nueva era de paz.
Al mundo musulmán, buscamos un nuevo camino adelante, basado en el interés mutuo y el respeto mutuo. A aquellos líderes en distintas partes del mundo que pretenden sembrar el conflicto, o culpar a Occidente de los males de sus sociedades - sepáis que vuestros pueblos os juzgarán por lo que que podesis construir, no por lo que destruyais.
A aquellos que se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y la represión de la disidencia, teneis que saber que estáis en el lado equivocado de la Historia; pero os tenderemos la mano si estáis dispuestos a abrir el puño.
A los pueblos de las naciones más pobres, nos comprometemos a colaborar con vosotros para que vuestras granjas florezcan y dejar que fluyan aguas limpias; dar de comer a los cuerpos desnutridos y alimentar las mentes hambrientas. Y a aquellas naciones que, como la nuestra, gozan de relativa abundancia, les decimos que no nos podemos permitir más la indiferencia ante el sufrimiento fuera de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos del mundo sin tomar en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado, y nosotros tenemos que cambiar con él.
Al contemplar la ruta que se despliega ante nosotros, recordamos con humilde agradecimiento aquellos estadounidenses valientes quienes, en este mismo momento, patrullan desiertos lejanos y montañas distantes. Tienen algo que decirnos, al igual que los héroes caídos que yacen en (el cementerio nacional de) Arlington susurran desde los tiempos lejanos. Les rendimos homenaje no sólo porque son los guardianes de nuestra libertad, sino también porque encarnan el espíritu de servicio; la voluntad de encontrar sentido en algo más grande que ellos mismos. Sin embargo, en este momento -un momento que definirá una generación- es precisamente este espíritu el que tiene que instalarse en todos nosotros.
Por mucho que el gobierno pueda y deba hacer, en última instancia esta nación depende de la fe y la decisión del pueblo estadounidense. Es la bondad de acoger a un extraño cuando se rompen los diques, la abnegación de los trabajadores que prefieren recortar sus horarios antes que ver a un amigo perder su puesto de trabajo, lo que nos hace superar nuestros momentos más oscuros. Es la valentía del bombero al subir una escalera llena de humo, pero también la voluntad del progenitor de cuidar a un niño, lo que al final decide nuestra suerte.
Nuestros desafíos podrían ser nuevos. Las herramientas con que los hacemos frente podrían ser nuevas. Pero esos valores sobre los que depende nuestro éxito - el trabajo duro y la honestidad, la valentía y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo - esas cosas son viejas. Esas cosas son verdaderas. Han sido la fuerza silenciosa detrás de nuestro progreso durante toda nuestra historia. Lo que se exige, por tanto, es el regreso a esas verdades. Lo que se nos pide ahora es una nueva era de responsabilidad - un reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que tenemos deberes para con nosotros, nuestra nación, y el mundo, deberes que no admitimos a regañadientes, sino que acogemos con alegría, firmes en el conocimiento de que no hay nada tan gratificante para el espíritu, tan representativo de nuestro carácter que entregarlo todo en una tarea difícil.
Este es el precio y la promesa de la ciudadanía.
Esta es la fuente de nuestra confianza - el saber que Dios nos llama a dar forma a un destino incierto.
Este es el significado de nuestra libertad y de nuestro credo - por lo que hombres y mujeres y niños de todas las razas y de todas las fes pueden unirse en una celebración a lo largo y ancho de esta magnífica explanada, por lo que un hombre cuyo padre, hace menos de 60 años, no habría sido servido en un restaurante ahora está ante vosotros para prestar el juramento más sagrado.
Así que, señalemos este día haciendo memoria de quiénes somos y de lo largo que ha sido el camino recorrido. En el año del nacimiento de América, en uno de los más fríos meses, una reducida banda de patriotas se juntaba ante las menguantes fogatas en las orillas de un río helado. La capital se había abandonado. El enemigo avanzaba. La nieve estaba manchada de sangre. En un momento en que el desenlace de nuestra revolución estaba más en duda, el padre de nuestra nación mandó que se leyeran al pueblo estas palabras:
"Que se cuente al mundo del futuro que en las profundidades del invierno, cuando nada salvo la esperanza y la virtud podían sobrevivir ... la urbe y el país, alarmados ante un peligro común, salieron a su paso."
América. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras privaciones, recordemos esas palabras eternas. Con esperanza y virtud, sorteemos nuevamente las corrientes heladas, y aguantemos las tormentas que nos caigan encima. Que los hijos de nuestros hijos digan que cuando fuimos puestos a prueba nos negamos que permitir que este viaje terminase, no dimos la vuelta para retroceder, y con la vista puesta en el horizonte y la gracia de Dios encima de nosotros, llevamos aquel gran regalo de la libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones venideras.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Pájaros de barro

Gijón 2020

Hace un par de años escribí un extenso documento de reflexión interna para amigos y asociados sobre como me gustaría que fuera mi ciudad en el paso de una generación, esto es, unos 15 años. Fue un ejercicio voluntarioso, inocente si se quiere, pero sorprende como algunas de las ideas que entonces no eran más que sueños se van poniendo encima de la mesa del debate ciudadano.
Esto es lo que observo que está sucediendo estos días acerca del cierre de uno de los astilleros enclavado en el casco urbano, en el “waterfront” en palabras de Javier Fombella en un diario local. Y es que Gijón nunca acabará de hacerse si no que es una sociedad en permanente movimiento, cambio y transformación.
En aquellos viejos papeles, que ya casi tenía olvidados en los pliegues de la memoria, hacía una reflexión acerca de la reordenación clave y estratégica de la fachada costera oeste, incluida la lámina de agua, como antes se hiciera en Poniente y el puerto deportivo antes pesquero e industrial.
Para los que somos conscientes de la importancia de nuestro pasado industrial no es una buena noticia el cierre de un astillero, pero dado que nos ha tocado vivir en la transición a otro tipo de sociedad y economía más basada en la creatividad, el conocimiento, las nuevas tecnologías y los servicios de alto valor añadido tampoco vamos a rasgarnos las vestiduras por ello.
Efectivamente voy a coincidir con mi amigo y compañero Héctor Roces que mejor era que no se cerrara y mantuviera su actividad productiva, e incluso que en el proceso de ampliación de El Musel se contemplase la posibilidad de fusionar la actividad naval actual en una única empresa competitiva con viabilidad y futuro, pero si en este caso no pudo ser, no pudo ser.
Ahora lo que se abre es un periodo de debate y de reflexión pública sobre qué hacer en esos terrenos bajo las premisas municipales, que me parecen absolutamente acertadas, de no recalificar los solares para uso residencial, y por tanto, para generar unas plusvalías de corto plazo, si no más bien todo lo contrario tenemos que impulsar entre todos la regeneración de una zona muy degradada por los usos actuales tratando de proyectar hacia el futuro nuevas actividades económicas y empresariales dentro de los tiempos que corren.
No se va a hacer mañana ni pasado, pero a la vuelta de la esquina, en cuanto el ciclo económico vuelva al alza tenemos que ver venir la nueva ola postindustrial para subirnos con fuerza a ella, y en eso tendrá mucho que ver la capacidad público y privada para optimizar espacios como el de naval Gijón, mina La Camocha o la antigua Pecuaria de Somió, todos ellos símbolo de un pasado que fue, y que ahora debe mudar de piel al calor de los nuevos tiempos. Ejemplos hay de ello.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Nos sobran los motivos

cuantosimpuestospago.com

Como sabéis acabo de incorporarme a la realidad virtual de facebook y a la blogosfera, y lo primero que me ha pasado es que me he reencontrado con algunos de mis viejos amigos de facultad que están repartidos por el mundo.
Uno de ellos que se confiesa democristiano, aunque yo lo pondría bastante más allá. Es muy guerrero, ya lo era en nuestros años mozos, y durante los últimos días hemos mantenido un animado debate ideológico sobre política, crisis económica, sistema fiscal y todas esas cosas que dicen que aburren a la gente.
El caso es que me mandó un enlace sobre cuantosimpuestospago.com, un blog de esos totalmente neutro sobre para qué pagamos impuestos. Seguramente a la mayor parte de la gente pagar impuestos le fastidia, y cuando introduces los datos en ese blog algunos dirán le están robando.
Supongamos una renta bruta anual media de 25.000 €. Si le añadimos el coste de seguridad social de la empresa, la del trabajador, el IRPF y hasta el IVA, la renta finalmente disponible viene a ser el 50% aproximadamente. Para mi amigo un abuso de la autoridad del Estado, para mí la resultante del esfuerzo colectivo para vivir dignamente en la sociedad que entre todos hemos elegido.
Decir como si nada que el Estado te está detrayendo casi la mitad de lo que te corresponde por tu esfuerzo laboral es además de injusto apresurado y erróneo. Pensando en ello me preguntaba que hacen esos políticos malévolos con mis impuestos y contribuciones.
Y siguiendo ese hilo me venía a la mente la pensión que reciben mis padres después de más de 40 años cotizando. El gasto médico de sus medicinas porque el viejo tiene una enfermedad crónica o la operación de cadera que le hicieron a mi madre este verano. Pensaba también en mis sobrinas que han recibido una educación de gran calidad o en la mía propia, becas incluidas, durante más de 20 años hasta que acabé la Universidad.
Pensaba en los gastos médicos hasta que tuve a mi primera hija y quien le paga el sueldo a la pediatra que fui a visitar ayer porque la niña estaba constipada. De camino al trabajo veía unos obreros trabajando para mejorar la autopista, un poco más allá estaban ampliando el puerto de la ciudad (una obra colosal) y además me imaginaba el AVE atravesando la cordillera para ir de Gijón a Madrid en menos de tres horas. Mientras leía la prensa a la hora del café observaba la cantidad de nuevos proyectos que mi Ayuntamiento y los de toda España estaban aprobando con los dineros de ZP para estimular la economía y mejorar nuestras ciudades.
Pensaba en la niña cuando el año que viene fuese a la nueva escuela infantil del barrio, cuando empezara a nadar en la piscina municipal que están construyendo o cuando fuéramos a alguno de los nuevos museos o de las actividades lúdicas, culturales o deportivas que cada mes ponen a disposición en los equipamientos públicos de la ciudad.
Supongo que en eso se deben de ir mis impuestos, y no digo hoy nada de la “contribución” (IBI) porque en ese blog no salía, pero como el tema está ahora de moda en Gijón debido a la revisión catastral, he estado viendo viejos recibos y resulta que pago menos al Ayuntamiento que lo que me cobran en mi comunidad de vecinos. Pensaré sobre ello los próximos días.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Imagine

El New Deal del Presidente Zapatero

Decíamos ayer que hacía falta, por parte de la clase política, crear una nueva frontera para hacer un nuevo reparto (New Deal) con el que hacer realidad nuestros sueños de cambio en una sociedad necesariamente más justa, libre e igualitaria. Y citábamos al presidente Roosevelt y al economista J. M. Keynes como inspiradores de las recetas que sacaron al mundo de la gran depresión de los años 30 a través de un papel más decisivo del Estado, el gasto social y las inversiones públicas.
Algunos veníamos reivindicando esta opción desde hace ya meses porque pensábamos que era necesario recuperar el papel de lo colectivo frente al imperio falsamente liberal del mercado libre en el que no se premia a los mejores, sino a los más pillastres, y porque los movimientos especulativos con los precios de los alimentos primero, de los carburantes después, el IPC desbocado y los tipos de interés por las nubes, con restricciones de crédito, falta de liquidez y desconfianza generalizada, no podía ser más que el preludio de grandes males si no se actuaba con rapidez.
Estos días hemos conocido una nueva iniciativa del presidente Zapatero con la creación de un Fondo Estatal de Inversión Local en el marco del Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo. Serán 8.000 millones de euros a disposición de todos los municipios para aumentar la inversión pública desde los ayuntamientos al más puro estilo keynesiano. Sin duda, el presidente Zapatero está marcando la agenda y la iniciativa, no sólo a nivel nacional, sino internacional, entre los gobiernos europeos y americanos, preocupándose no sólo de Wall Street, sino también de main street. Que Obama tome nota.
Esta inyección de nueva obra pública va a significar un alivio para muchas pequeñas y medianas empresas de la construcción, del sector metalmecánico, para despachos de arquitectos, ingenieros, para profesionales del transporte, pero sobre todo para desempleados de esos sectores que tendrán una nueva oportunidad para engancharse al mercado laboral. Y, además, con el esfuerzo del Gobierno, que es el de todos, con el buen hacer de nuestras pymes y los profesionales que emplean, con los extraordinarios cuerpos técnicos municipales liderados por la actual corporación municipal vamos a lograr mejorar, embellecer y a prepararnos para ganar el futuro de la ciudad.
Se preocupaba en estas páginas el «antigafapasta» y amigo Sr. Ortea por la alta filosofía económica que me emocionaba y, ciertamente, que me atrayera la economía política más clásica que me imbuyó el Dr. Martínez Argüelles en la facultad. Y es que antes de la acción debe estar la reflexión. Por eso creo que el Estado debe jugar su papel, que tenemos que proteger a los más débiles con un adecuado gasto social y que además hoy es más necesaria que nunca la inversión pública que arrastre la economía hacia un nuevo ciclo de crecimiento.
Pero hoy, llegado a este punto, voy a decir más. No se preocupe D. Alejandro que los jóvenes socialistas gijoneses llegaremos los primeros a esta prueba de carga a la que se someterán los ayuntamientos españoles. Si en el 2009 ya estaban previstos más de 70 millones de euros de inversión municipal, toda una cifra récord viendo lo que pasa en otros lares, ahora tendremos otros 50 millones más para traer cuanto antes la recuperación económica que el mercado por sí solo no va a solucionar.
Desde hace varios días concejales, directores, asesores, grupos políticos han estado chequeando las necesidades más urgentes, singulares y significativas que no habían entrado en el actual Presupuesto. Un amplio listado de proyectos se está definiendo ya con criterios de vertebración territorial entre el centro y los barrios de la ciudad, con equilibrio entre lo rural y lo urbano, con una importante proyección en términos de empleos y de promoción económica e industrial, con atención a la mejora de las infraestructuras de comunicación, necesidades sociales, deportivas, culturales, educativas y medioambientales.
Sin duda, el año 2009 será el año de la recuperación. Lo será con el esfuerzo de todos ,y con este nuevo reparto, este New Deal del presidente Zapatero, todos vamos a salir ganando cuando veamos nuevos parques y jardines, calles renovadas, equipamientos deportivos y culturales, nuevas iniciativas empresariales e industriales, generación de empleo, actividad económica y vertebración de la ciudad. Te regalaré Alejandro una de esas «gafapasta» que tanto envidias, verás qué guay.


PD: Artículo publicado en lne el 6/12/08. Es continuación de otro publicado el 30/11/08 y a la vez contestación a Alejandro Ortea, viejo amigo y columnista en lne.

Puede ser un mundo maravilloso!

viernes, 5 de diciembre de 2008

El principio

Hoy, 6 de diciembre de 2008, se cumplen 30 años de la Constitución. Me pareció un buen día para comenzar a escribir mi bitácora. Cuando la ciudadanía de mi país votó en referéndum a favor de nuestra Ley de Leyes yo tenía cuatro años. Se podría decir que corrí delante de los grises a partir del 1º de mayo de 1974, aunque más bien camino de Cabueñes, del Hospital dónde mi madre me trajo al mundo.
En realidad pertenezco a la generación que se crió y creció ya en democracia. Un régimen aún en pañales que se tenía que hacer todos los días, pero al fin y al cabo en libertad. Apenas recuerdo a Adolfo Suárez en aquella televisión en blanco y negro diciendo: “puedo prometer y prometo”. Ni tampoco me acuerdo de Felipe González cuando provocó que el PSOE abandonara el marxismo.
Del 23F no tuve noción seria hasta mucho después, aunque sí recuerdo perfectamente aquel naranjito del 82 cuando el mundial de fútbol. El cambio de aquel 28 de octubre en las elecciones generales significó mucho más que España funcionase. Yo pasé de un colegio nacional en el que estudiaron mis hermanos, mucho mayores que yo, a un nuevo centro que ya se llamaba colegio público.
Todavía era muy niño cuando hacía la EGB, y aún tardé en tomar conciencia política del mundo que me rodeaba mientras me apretaban las hormonas adolescentes en un nuevo Instituto Mixto de Bachillerato. En casi todos mis estudios reglados me tocó estrenar, aunque tarde, centro nuevo: éramos casi los últimos del babyboom de los 60 / 70.
Fue cuando llegué a la Universidad, en mi primer curso de Economía (como casi todos, no sabía que hacer) cuando al final del segundo semestre Roberto, uno de mis viejos compañeros de aventuras, y yo dimos un paso trascendental en nuestro compromiso político y ciudadano de la mano de uno de nuestros más queridos profesores, Santiago. No aprobamos la asignatura en aquella convocatoria pero aprendimos el valor de los principios.
Fue unos días antes de las reñidas elecciones generales del 93 que volvió a ganar Felipe con aquella derrota dulce de Aznar. Después vinieron años durísimos para los novatos que llegábamos al socialismo con todo lo que llovió sobre nuestras siglas. Pero el entusiasmo pudo más que todas las mentiras y exageraciones con que la prensa libre que encarnaba El Mundo y la COPE nos bombardeaban mañana, tarde y noche. Alguien se acuerda de Encarna, de Herrero, de Pedro J, del “váyase Sr. González”.
Pero aguantamos. Para mi fueron unos años preciosos en la Universidad. Movilizaciones estudiantiles, amigos para toda la vida, compromisos sociales y políticos, incluso algún que otro ligue. Menudas aventuras pasamos Alberto, Carmen, Ezequiel, Irene, Javi Ballina, Fran, Ardura, Manrique, Silvia, Begoñina, Marcos, José, Gelu, Idoia… y de entre todos, los más viejos: Ramón y Josechu.
Estudiaba cuando tenía tiempo (mi madre todavía se pregunta si acabé la carrera de verdad). Tuve ocasión de viajar por media Europa (Bruselas, Montpellier, Tarbes, Italia), por casi toda la península (Madrid, Logroño, Ciudad Real, Barcelona, Sevilla, Málaga, Bilbao, Alicante, Elche, Murcia…) y llegué a cruzar el charco en mi primera visita a la perla del Caribe, mi primer contacto con la revolución.
Después llegó una vida pública azarosa casi sin quererlo. Me decían el concejal niño con 25 años recién cumplidos. Tuve experiencias geniales, anécdotas a montones, y sobretodo un montón de nuevos amigos de los que aprendí tantas cosas. En lo público, además de a todos mis compañeros de partido, tengo un especial recuerdo para Carmen, Bea, Luis, Toño, Cris, Monchu, Chesco y hasta Yordi (con todos los dolores de cabeza que me dió) y muchos más que no por no citar son menos importantes.
De esta etapa algunos han escrito en los medios, no seré yo quién haga aquí mis memorias de cómo entré o de cómo salí. Simplemente ocurrió y fueron ocho años estupendos. Incluso me casé y he tenido una hija preciosa: ¡ la baba ya me la limpio yo !
Fueron apareciendo otros amigos, otras responsabilidades, algunas recientes o renovadas. Y hoy a partir de este 6 de diciembre de 2008, cuando se cumplen los 30 años de convivencia democrática más fructíferos de la Historia de España, voy a comenzar a compartir esta bitácora.
Este será un espacio para el encuentro, para la reflexión. Un lugar para las ideas, para imaginar un mundo mejor. Intentaré hablar de muchas cosas y de ninguna a la vez. Habrá tiempo para la lectura, para escuchar un poco de música, para ver un video, para comentar la actualidad, incluso para cocinar un poco.
Podremos viajar por el planeta a los lugares más paradisíacos y también a los rincones más cercanos pero desconocidos. Y sobre todo, en este blog vamos a intentar ganar el futuro. Porque lo que está por venir no está predeterminado, podemos construirlo entre todos.
Las nuevas herramientas de la comunicación nos van a facilitar la tarea, así que os animo a todos esos amigos que están por ahí a que aportemos nuestro granito de arena para soñar en un mundo maravilloso.
Un saludo a todos.