lunes, 23 de febrero de 2009

Todo el mundo necesita alguien para amar

El progreso avanza en Galicia, el cambio es posible en Euskadi

Casi a mitad de camino entre unos y otros en este pedazo del Cantábrico, sigo con atención las campañas electorales de nuestros vecinos norteños. En un caso, esperando que las fuerzas progresistas galegas profundicen en el cambio que le están imprimiendo a su tierra desde que jubilaran al viejo Fraga que resistió mil batallas desde aquel esperpéntico Ministerio de Información y Turismo en época del destape hasta su peripatético final en el Senado, casi senil, que me recuerda otro gallego faltón y babayu como se le recuerda por estos lares.
En el otro caso, esperanzado para que la compleja sociedad vasca sea capaz de pasar página y apueste por la paz, el cambio y lo convivencia en unas tierras azotadas por la violencia y la falta de libertades que una minoría intenta imponer desde hace cuarenta años a base de pistolas, bombas y amenazas, y no sé si a veces con la connivencia, o al menos cierta comprensión, por un mundo nacionalista del que no dudo de su compromiso democrático pero que en los últimos tiempos parece haber perdido el rumbo.
Galicia necesita seguir progresando, acercándose a los avances económicos, políticos y sociales del resto de España y de Europa, modernizándose y olvidando viejos comportamientos caciquiles de algunas boinas que nuevas fuerzas políticas de izquierda nacionalista no deben tener la tentación de reproducir. Cuándo la izquierda fue nacionalista, cómo avanza mejor Galicia, quién puede liderar el cambio y la transformación de esa singular tierra, universal dónde las haya aunque sólo fuera porque hay un galego hasta en la luna!
Y si un territorio necesita un cambio, si unas instituciones necesitan aire fresco, si unas gentes que han sufrido como nadie en carne propia las heridas y los zarpazos de sus propios hermanos tienen la oportunidad de pasar página y volver a escribir con mayúsculas la historia de España, esa es Euskadi. Ahora, pueden si ellos quieren. Aún siendo muy joven tengo fresca la memoria para recordar en estas líneas a Ramón Rubial que pasó tantos años en la cárcel por defender sus ideas. También a Nicolás Redondo que defendió como nadie los derechos de los trabajadores enfrentándose democráticamente a sus propios compañeros. A Lalo López Albizu al que tanto le deben los socialistas vascos y españoles. A Txiki Benegas que lideró las Juventudes y fue uno de los grandes referentes de los socialistas vascos que incluso ganó las elecciones autonómicas de 1986. A Ramón Jaúregui, una de las mejores cabezas pensantes del PSOE federal. A Eduardo Madina, compañero en las Juventudes y estandarte de la lucha pacífica y democrática por la paz y la libertad. Y a tantos y tantos otros que hoy por desgracia no se encuentran entre nosotros porque la barbarie terrorista lo ha impedido.
Entre todos estos vascos, tengo un recuerdo muy especial para Patxi López porque me transmite seguridad, confianza, cercanía, ilusión, juventud. Lo he visto en muchas ocasiones en actos públicos, hace poco aquí en Gijón y también en Mieres, y he visto en él un halo de esperanza, de fe en el cambio, de nuevas ideas, de amor por su tierra sin tormentos por ser también español. Me parece un socialista de los pies a la cabeza que concentra como pocos las virtudes de los ilustres compañeros antes citados, y que está vez, sí puede si sus conciudadanos quieren.
Ánimo a los dos, Touriño y Patxi, muchos ciudadanos tenemos en vosotros depositadas las esperanzas, será el viento del Norte.